Las relaciones entre proveedores y consumidores siempre han estado marcadas por un margen lucrativo acompañado de un nombre mercantil prestigioso; sin embargo, esta era ha de romper con este paradigma creando nuevos modelos de consumo, entre ellos: el consumo colaborativo.
Esta nueva modalidad, también llamada economía colaborativa, tiene como objetivo satisfacer las necesidades mutuas de los usuarios y no necesariamente hablando de ingresos. Su funcionamiento se extiende a diversas áreas: educación, plataformas de intercambio de servicios y bienes, producción e incluso financiamiento. Desde mediados de 2010, la economía colaborativa ha estado tomando parte en diversos sectores, entre ellos: el transporte (Uber). Pese a ello, no se había hecho notar hasta que ha llegado al sector del financiamiento.
La incertidumbre de la banca ante la economía colaborativa
Los sistemas convencionales, presenciales y poco flexibles de la banca, han generado en el usuario un creciente disconfort que ha sido mitigado por las novedosas bancas online que ofrecen préstamos otorgados por personas naturales o jurídicas no necesariamente vinculadas a una actividad comercial o institución financiera.
Estos préstamos, créditos… Son otorgados por personas que poseen la rentabilidad o fondos para cubrirlos y no necesitan de un excesivo papeleo o rígidos requerimientos para solicitarlos, además, no se encuentran sujetos a las regulaciones bancarias del Estado. Estas ventajas de la economía colaborativa ponen en una situación desfavorable a las bancas convencionales, cuyo sistema de crédito es más accesible para los préstamos funcionarios o altas figuras de la economía; al contrario, la nueva modalidad colaborativa permite que cualquier usuario natural acceda a un préstamo personal de la misma magnitud de los préstamos funcionarios.
Para salir de esta fuerte incertidumbre existencial, la banca y sus órganos reguladores tendrán que modificar todo el sistema obsoleto que manejan y adaptarlo a las nuevas necesidades del usuario, que para bien o para mal definen el mercado, creando un nuevo sistema interactivo que sea más accesible (y no solo para créditos o préstamos funcionarios) y satisfaga los requerimientos tecnológicos e innovadores de la nueva generación.